Ladrones de tumbas (y VI) ~ Pruébame blogger!

sábado, 17 de diciembre de 2011

Ladrones de tumbas (y VI)

En capítulos anteriores...: I, II y III, IV, V.

Les llevo días de ventaja. He reconocido el terreno, he preparado trampas. Están en mis manos, puedo disponer de ellos y de sus pertenencias, puedo sacrificarlos y darlos de comer a los cocodrilos. Mi dominio de la selva es infinitamente superior al suyo. Pueden pasar delante de mi sin verme, soy el asesino en las sombras. Si aún no he acabado con ellos es por el maldito templo y por el maldito Jack, me intrigan, me resultan... fascinantes. Cada vez que me acerco al templo me embarga un cierto miedo, una impresión de grandiosidad y temor, un respeto extraño. No me es dado atravesar esas puertas, no estoy preparado, no es mi camino. Y sin embargo Jack se empeñó en reunirnos a todos para hacerlo. Hay algo que Jack oculta, algo que no nos ha contado. Jack es demasiado meticuloso pese a su apariencia jovial, optimista y despistada. No, Jack no eligió el grupo al azar, algún sentido oculto tiene todo esto, creo que cada persona tiene un papel en algún plan mayor, y el templo está relacionado con todo esto. Creo que dejaré las trampas para cuando salgan. Los que logren sobrevivir, claro.

Les he seguido sus pasos (hasta un elefante borracho podría, puedo echarme varios días que al despertar tendré igual de frescas sus huellas y sus pasos serán igual de predecibles para mi); al fin Paul ha conseguido dar con una mezcla de raíces y plantas lo suficientemente potente como para revivir a ese fósil de Alfred; pensaba que no lo lograría, incluso con su caché y su experiencia, pero me ha vuelto a sorprender. Igual no es tan bobalicón como aparenta. Suerte ha tenido ese viejo perro lameculos de tenerlo cerca, pero seguro que estará echando pestes porque no le haya salvado otro. Gustoso me hubiera ofrecido yo a darle remedio... uno de los míos, con caimán por medio. Eso si no lo enveneno directamente... pero tiempo al tiempo. Aunque no está curado del todo, si lo suficiente como para que pueda colaborar con el grupo. Aún no carga pesos, pero ya camina por su propio pie y hasta monta guardias para que los demás descansen un poco. Si no hay cambio de planes, esta noche le toca a él. Será su última noche. Aprovecharé su propia guardia para colarme en el campamento y cambiar su medicina por lo primero que se me ocurra. ¿Muerte entre vomitos y diarreas? ¿eccemas punzantes hasta la desesperación? ¿la fiebre de la muerte?. Paul tiene recursos, le das tres días en la selva y te encuentra remedios o formas de producirlos. Yo tengo cultura y sabiduría milenaria, y lo que es mejor, sé crear potingues que matan en horas. De algo tuvo que servir mi instrucción y mis años en indonesia. Los nativos muy majos, gracias, mucho más civilizados que este atajo de mamones con quienes vine aquí. Sea como sea, me reiré mucho cuando lo vea retorcerse de dolor en la agonía que lo llevará a la muerte y a los demás preocupados por él. Son unos hipócritas, se alegrarán incluso más que yo.

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