49 copas para cada mandril y a dormir la mona todos a su cubil ~ Pruébame blogger!

martes, 8 de enero de 2013

49 copas para cada mandril y a dormir la mona todos a su cubil

Muchos dicen que el universo comenzó con un gran estallido. Algunos por la magia de un Dios, otros por la eclosión del Gran Huevo Cósmico, algunos piensan que simplemente estaba allí cuando llegaron los de las mudanzas y empezaron a poner planetas y demás mobiliario. Pero eso no es lo que nos ocupa aquí. En realidad para cualquiera con algo de sentido común, tanto el universo como la vida comienzan en el momento en el que se empiezan a tener recuerdos, da igual lo que haya sucedido antes. Y esto es así porque lo que quiera que haya sucedido antes ya se lo inventará la persona que más labia tenga y los muy tontos de los demás se la creerán a pies juntillas, y perdurará a lo largo del tiempo con las manipulaciones y cambios que se necesite en cada momento.

Realmente, no hay universo sin historia, y el comienzo de la historia como concepto también ha tenido múltiples interpretaciones a través de los tiempos. Unos piensan que la historia es lo que escriben los hombres, cuando estos descubrieron el folio A4 y las estilográficas. Otros que es el destino, tejido por viejas brujas amorfas que no ven tres en un burro y que da lugar a unos tapices horrorosos que no sirven ni para felpudo. Otros que era escrita por los sabios y venerables monjes ancianos contadores de cuentos del Nepal. Algunos, que las historias eran cantadas por musas o contadas por viejos oráculos en templos perdidos; en realidad, ahora sabemos que la historia, y lo que es lo mismo, el destino, el universo y el todo, se resume en 42. Y más allá de eso, sabemos que en realidad quien escribe la historia es una jauría de mandriles borrachos con máquinas de escribir. Cierta teoría dice que se trata de un millón y que se trata de monos. Otros piensan que son solo unos cientos, y hay hasta quien piensa que son solo dos. Algunos herejes incluso plantean que puede que ni siquiera estén borrachos. Vistas las cosas que pasan y cómo pasan, en lo de la borrachera no debería caber duda. Y las manchas de tinta, los borrones, tachones, incoherencias y demás, dejan claro que las máquinas de escribir que usaban no eran lo último de lo último. 

Curiosamente, lo que no sabe la gente es que aparte de quien la escribe, hay un grupo de correctores, editores y publicadores. Como es normal, los correctores solo echan un ojo por encima y solo corrigen algo cuando encuentran palabras que no usa nadie como ornitología, plebiscito, tornasolado y anafilaxia, claramente salidas de la calenturienta mente de los simios. Los editores se encargan sobre todo de... bien, también están los auditores, que todo el mundo teme y que supervisan que no implosione El Todo debido a alguna desafortunada cadena de acontecimientos. Una de esas potenciales catástrofes estaba a punto de suceder. Todos los mandriles habían escrito la palabra Apocalipsis en alguna parte de sus folios, como si se hubieran puesto de acuerdo de alguna manera, quizá cansados de hacer horas extra o alguna cosa similar. Las veces que habían puesto cosas como sindicato, huelga o sus vais a cagar, habían llegado de repente los auditores y habían salvado al universo. Ahora, parecía como si se hubieran marchado de vacaciones. Muy muy lejos.

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